Gatitos, bromas, bailes ridículos, accidentes… ¿Cuáles son los ingredientes para que un vídeo se haga viral? Millones de personas ven y comparten cada día grabaciones a través de las redes sociales. Vídeos aparentemente sencillos ganan popularidad en cuestión de horas. Se propagan como un virus. Muchos pasan de moda, otros se mantienen, pero lo cierto es que logran una difusión sin precedentes.
Grabar un vídeo con el teléfono móvil está al alcance de muchos. Las claves, sin embargo, para convertir una grabación en viral, son más complicadas. Un vídeo de 17 segundos de un gatito que se sorprende al ver las manos de su dueña cuenta con casi 80 millones de reproducciones. Un policía que baila en un coche patrulla una canción de la cantante norteamericana Taylor Swift ronda los 40 millones de reproducciones. Un anuncio de un coche, sin embargo, apenas supera las 15.000.
Grandes compañías suben a Youtube caros anuncios, muy cuidados, de 20 segundos de duración con los que pretenden lograr una alta difusión de su producto. Un gato sorprendido, sin embargo, llega a muchas más personas. Una mayor inversión no logra mayor difusión. Para entender por qué unos se hacen virales y otros no, debemos analizar las razones por las cuales se comparte un vídeo ¿Qué lo hace viral? La respuesta a esa pregunta es la gallina de los huevos de oro para las agencias de publicidad.
Los vídeos virales son cortos -no superan los dos minutos- y captan la atención del espectador en los primeros segundos. El 44% de las personas dejan de ver un vídeo tras un minuto, según una encuesta de The New York Times. Son mensajes breves y directos. Son vídeos que despiertan emociones: graciosos, emotivos, sorprendentes, conmovedores, curiosos… Por ello se comparten de forma masiva a través de las redes sociales. Son desinteresados, no comparten un producto, comparten una sensación.
El “efecto viral” es algo difícil de predecir. Las empresas intentan utilizar este fenómeno para difundir su marca. Mediante el “marketing viral” buscan que su mensaje se contagie de persona a persona en un corto periodo de tiempo. Los anuncios, sin embargo, están muy lejos de lograr la difusión de los vídeos virales.
Algunas compañías invierten millones de euros en difundir su marca. Red Bull gastó 65 millones para lanzar a Felix Baumgartner desde la estratosfera. Un youtuber con vídeos aparentemente simples consigue una audiencia similar o, incluso, superior. La calidad del vídeo, la producción y el trabajo ya no son sinónimos de éxito.
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